¡Soy Congresista y nada me pasará!

 


Me asomo después de mucho tiempo por aquí, y quizá se deba a que a veces creo que escribir sobre lo que veo es una inversión de tiempo innecesaria, porque poco hago, o poco es lo que cambia.
Si hablamos de todo lo que nos afecta la inseguridad ciudadana, los crímenes de odio, los feminicidios, las violaciones a infantes, estafas, negligencias médicas, etc. Todo lo que escribimos podría reunirse en una pira de periódicos y computadoras y todo seguiría inalterable al día siguiente.
Y como siento esa resistencia al pasotismo, a la espera, algo que se me hace imposible no decir o tratar de solo enojarme.
Cuando aparece el caso de la congresista Yesenia Ponce se pensó que la Comisión de Ética haría algo más que llamarle la atención, debido a que estábamos en un momento coyuntural complicado –el estado natural del país desde que cambiamos de Gobierno-, pero con cuatro congresistas de Fuerza Popular solo cabía una remota posibilidad.
El presunto pago a Aldo Rodríguez, director de un colegio, para conseguir certificados de estudios falsos fue evidenciado por un ex colaborador de la congresista, quien presentó un comprobante de depósito bancario por la suma de 10 mil soles a la cuenta del director.
No hay dolo ni pecado por no haber terminado los estudios, que esto quede claro. Lo que sí recubre un delito es el supuesto pago por obtener estos certificados y señalar en su hoja de vida, que presentó antes de postular al Congreso, que sí concluyó estos estudios.
Ante estas evidencias, sumadas a otros audios y documentos de Reniec, en los que se comprueba que sus compañeros de estudio no existen: ¡¿No es increíble que la Comisión de Ética archive el caso?!
Teniendo como ejemplo este caso y el de otros congresistas que mintieron en sus hojas de vida, la población podría mal entender y asumir que el inventar, falsear y proporcionar información errada no acarreará mayores daños y mucho menos tendrá una sanción. Es más, son acciones que acreditan a cualquier persona a cometer un ilícito, y si ven que se trata de un congresista, la falta y el descrédito es mayor.
Razones por las que el estar amparados por su agrupación, evitando ser investigados, va generando y consolidando en la mente una nube de impunidad impenetrable e incomprensible para la ciudadanía.
Por esto y más se titula a esta necia columna: ¡Soy Congresista y nada me pasará!




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