Un cumpleaños adelantado
En tiempos de Coronavirus
Debe ser que al estar en casa por cuidarnos a todos, y
porque no estoy leyendo unas separatas que tengo atrasadas de un curso que
estoy tomando, que le robo un poco de tiempo al tiempo para retomar este
espacio casi abandonado por infinidad de pretextos.
Hace unas tardes, mientras mi madre leía el libro sobre
Mercedes Cabello: Sin Perdón y sin Olvido” me pregunta: ¿Hoy es día domingo? y
yo distraída le digo que es lunes. Me río y me preocupo, porque tampoco estaba
consciente del día en que vivía. Y era martes por la noche (día 16 del estado
de emergencia) y al día siguiente sería su cumpleaños; que por una confusión
comunitaria familiar, y producto del estado de emergencia social y emocional
que vivimos se lo celebramos desde esa noche apenas dieron las doce.
Entre damasco y
damasco dábamos cuenta del tema que nos invade y preocupa a “todo el mundo”,
creo que es la primera vez que uso esta frase realmente, totalitariamente.
Mi madre trataba
de recordar el apellido de su abuela paterna, moqueguana y pariente de doña
Mercedes, así que con libro en mano nos iba contando de historias de cuando era
tierna, como se dicen entre mis tías que ya
están en sus ochentas.
Mientras busco la una velita de cumple doy
un vistazo al Twitter y me entero que somos 1065 infectados y 30 fallecidos,
sumado a un reajuste en la inmovilización social obligatoria
que ahora cambiará el horario de 6.00 p.m. a 5.00 a.m. con excepción de las
ciudades de Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad y Loreto, que empezará a las
4.00 p.m. hasta las 5.00 a.m.
Tengo la velita verde, ya, en la torta de
café.
Regreso a la conversación y mi madre nos
cuenta cuantos días duraba el viaje de Tacna a Lima. Nos dice que cerca de
cuatro días. Sí, cuatro días: en barco. Yo, asombrada y muy curiosa por esa
aventura que era venir a Lima por mar. Y con la alegría que lo contaba, le
gustaba más viajar por esa ruta. Mi madre tiene tanto que contar… Y hace un mes
que no sale a ver la calle.
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