De Pilatos y consensos
La tormenta empezó semanas
antes del 17 de
julio último. La población no fue escuchada una vez más por el Gobierno cuando
le evidenciaban por todos los medios que la candidata para el cargo de Defensor
del Pueblo, Pilar Freitas, era la menos indicada por casos como los de la
Fundación Canevaro y su filiación política. Otro de los candidatos observados
era Rolando Souza, también por sus evidentes acercamientos políticos. Y los demás candidatos para el BCR y el
Tribunal Constitucional que también cayeron en desgracia por formar parte de un
audio en el que se repartían las cuotas de sus cargos por bancadas.
Haciendo caso omiso, se llevó a cabo la
votación entre mociones no escuchadas, rechazadas, congresistas opositores y
oportunistas; algunos que al ser
ubicados en la conversación del “consenso” objetaron tardíamente la realización de una votación que Isla no
detuvo, a pesar del clima de tensión y
desconfianza de las calles.
Ese mismo día colectivos urbanos,
universitarios y ciudadanía salieron a las calles a mostrar su rechazo a esta
elección; voces que ese día llegaron a los noticieros nocturnos y que se diversificaron
por redes sociales, voces que ni el incendio que se produjo una vez finalizada
la votación cerca al Congreso pudo sofocar.
Al día siguiente, 18 de julio como quien
desconoce los hechos porque estuvo de viaje, pero nada sorprendido, más sí calculadamente
consternado el presidente Humala manifestó no estar de acuerdo con la elección
de las autoridades, exhortando a los dos funcionarios observados a dar un paso
al costado.
Evadiendo responsabilidades que su bancada
enfatizó conjuntamente con las otras cuatro, el Presidente nuevamente perdió
liderazgo y legitimidad ante la población, alzó la voz de candidato, cuando era
oportuno y necesario dar una solución como presidente. Falto de visión y manejo
político, queriendo dirigir el peso de la discordia sobre los dos aludidos, tratando
de ocultar los que su bancada propuso en
un esfuerzo pueril.
Cómo es que el mandatario pide horas después confianza
en el Congreso si lo descalifica, si este lo decepciona, lo sorprende. Tardíamente
quiso desvincularse de tamaña responsabilidad, ninguna vía de solución se
escuchó y la calle habló: con el lema Toma
la calle, la población se agrupaba para salir a protestar sobre “el consenso” que no los incluyó, ni
antes, ni después.
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