¡Alerta, nos miran!

Hace unos meses en un noticiero matutino se anunciaba una microondas desde el Centro de Lima, para ser exactos desde la plaza San Martín. Se trataba de la instalación de cámaras de vigilancia en las calles que rodean la plaza. Eran cerca de las 7.30 de la mañana, quizá un poco más, y la reportera nos mostraba todo el panorama que se podía cubrir mirando por los monitores. Luego, para evidenciar la efectividad con que  la Policía podía detectar un delito vimos cómo intentaban asaltar un local, con todos los detalles que la Policía llenaba hablando de todos los beneficios que traería consigo la implementación de estas cámaras en todo el distrito o en lugares estratégicos como este. Lo que me llamó mucho la atención es que pude ver lo bien que enfocan las cámaras, pero nunca vi la intervención de la Policía o los serenos para evitar el asalto, o la persecución o detención de los delincuentes. Llamémosle circunstancia casual, esporádica -a esa hora e la mañana-, pero no extraño en ese sector. Días después otro distrito da cuenta de un asalto tomado también por sus cámaras de vigilancia, pero así como la primera demostración de tecnología, aquí tampoco se vio una detención, más sí el acto delictivo. Ahora sí parece irrisorio que algunos distritos, por sectores, cuenten con estas cámaras de vigilancia pero que no persigan a los perpetradores de los delitos. La pregunta salta al tapete ¿de qué nos sirve solamente el visionado de las imágenes? Si la detención, derivada de la visión fuera lo efectivo para recuperar lo robado o por lo menos la confianza en la protección de la Policía nos sentiríamos bien servidos. La respuesta a esta simple interrogante es respondida de la siguiente manera: “no podemos perseguir a los delincuentes porque huyen a otro distrito y allí no tenemos autorización”. Esta situación preocupa: que teniendo la tecnología no esté interconectada entre los distritos, así como la Policía o los serenos autorizados para incursionar en otro territorio en busca del delincuente. Probablemente esto sea un trámite engorroso de realizar entre los distritos o sea una carta escondida para sorprender como propuesta electoral de los candidatos en las futuras elecciones municipales o presidenciales. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que el monitoreo de las calles se está convirtiendo en la muletilla de promoción de los alcaldes que buscan la reelección y no la inmediata solución a la violencia que sufrimos los transeúntes. 

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